Un poema

Un poema sobre la esperanza

Es difícil tener esperanza. Es más difícil al envejecer,
pues la esperanza no debe depender de sentirse bien
y está el sueño de la soledad en la medianoche absoluta.
También has quitado la creencia en la realidad presente 
del futuro, que seguramente nos sorprenderá,
y la esperanza es más difícil cuando no puede llegar por predicción,
ni ya más por desearla. Pero deja de vacilar.
Los jóvenes piden a los viejos tener esperanza. ¿Qué les diréis?
Diles por lo menos lo que te dices a ti mismo.

Porque no hemos hecho nuestras vidas para acomodarse
a nuestros lugares, los bosques están arruinados, los campos erosionados,
los ríos contaminados, las montañas derribadas.
Espera entonces de pertenecer a tu lugar por tu conocimiento
de lo que es, que ningún otro lugar es, y porque
te importa, como ningún otro lugar te importa. Este
conocimiento no te lo pueden quitar, ni por el poder, ni por riqueza.
Tapará tus oídos a los poderosos cuando te pidan
tu confianza y a los ricos cuando te pidan tu tierra
y tu trabajo. Quédate callado y escucha las voces
de la ribera y los árboles y los campos abiertos.

Encuentra tu esperanza, entonces, en la tierra bajo tus pies.
Tu esperanza del Cielo, déjala descansar sobre la tierra bajo tus pies.
El mundo no es mejor que sus lugares. Sus lugares al final
no son mejores que sus gentes mientras que sus gentes
continúen en ellos. Cuando la gente oscurece
su luz interior, el mundo oscurece.

Wendell Berry (Traducción no oficial del inglés)

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!

Elizabeth Mpofu, Coordinadora General, La Via Campesina

Hay un proverbio africano que dice “Si quieres ir rápido, ve solo, pero no llegarás lejos. Si quieres llegar lejos, ve con otros”.

Creo que la lucha por la Soberanía Alimentaria queda recogida en la última parte del proverbio. La Soberanía Alimentaria es una solución global duradera para definir la manera en que deberíamos relacionarnos con la naturaleza y la gente, mientras nos alimentamos. Es una lucha que requiere alianzas para que se reconozcan y se comprendan plenamente los derechos de los campesinos, y lograr la equidad y la igualdad social, económica y ecológica. Esto solo se puede conseguir a través de la colectividad, con movimientos, regiones, culturas y géneros aliados entre sí para asegurar la solidaridad global y un cambio efectivo real.

Para construir y llevar a cabo la Soberanía Alimentaria es imperativo trabajar y comprometerse con otros –campesinos, pueblos indígenas, pescadores, mujeres, hombres, investigadores progresistas, consumidores, etc.— para repensar las vías y los medios posibles de la agricultura y de la movilización. Al compartir ideas y generar conocimiento, conseguimos dar forma a una sociedad basada en la justicia y la solidaridad, construir comunidades sanas e inclusivas, y mejorar la integración y la cohesión social. La Via Campesina reconoce la importancia delas alianzas y hemos unido las manos con otros movimientos sociales y organizaciones para empujar la Soberanía Alimentaria en muchos espacios nacionales e internacionales. Como resultado, la Soberanía Alimentaria se incluye en algunas políticas, se plasma en las constituciones de algunos países, mientras en otros se debate todavía qué es lo que se va a adoptar.

Hoy, la Soberanía Alimentaria es un concepto vivo gracias al avance en las alianzas que se producen. Es una lucha por los sistemas alimentarios locales basados en la agroecología, el acceso a mercados locales, el acceso y el control de los recursos productivos como la tierra, el agua, las semillas, etc; es un reconocimiento de los derechos de los campesinos; y la resistencia ante la agricultura industrial, los Tratados de Libre Comercio (TLC) y las Corporaciones Transnacionales (CT).

Voces desde el campo 2

El Estado de Palestina: Reconocido Internacionalmente y sin embargo despojado de su Soberanía Alimentaria

Jamal Talab,  Land Research Center, Palestina

Posiblemente la pérdida de la soberanía alimentaria para el pueblo de un Estado ocupado duplique el impacto negativo de la violación de su derecho humano fundamental a una vida digna. El Estado de Palestina, reconocido como Estado miembro de Naciones Unidas, sigue careciendo de soberanía completa, ni siquiera sobre sus recursos naturales. La ocupación israelí controla el 80% de las aguas subterráneas y el 64% del territorio total de Palestina, reservado para la expansión de asentamientos declarados ilegales por la Resolución 2334 de las Naciones Unidas de diciembre de 2017.

Además, la ocupación israelí ha construido un muro del apartheid (774km), ha abierto carreteras reservadas a los colonos (1270km), confiscado el 50% de las tierras palestinas y arrancado más de dos millones de árboles frutales, el 70% de ellos olivos veteranos. En las colinas y montañas de Palestina se han establecido más de 448 colonias y puestos avanzados, que vierten aguas residuales sin tratar y contaminantes prohibidos (plaguicidas y fertilizantes) sobre terreno agrícola palestino, con la consiguiente contaminación de las plantas y degradación del suelo.

El concepto de soberanía alimentaria faculta a los pueblos para controlar sus cadenas y sistemas alimentarios. Sin embargo, no todos los conceptos son de aplicación en Palestina. Además, la ocupación ha supuesto el asedio de la franja de Gaza durante más de diez años, y el ejercicio por parte de Israel de un control absoluto de la tierra, el aire y el agua. Los pescadores solo pueden adentrarse en el mar una cuarta parte de la distancia que permiten sus barcos, lo cual afecta negativamente a su capacidad de pesca y a sus rentas.

La presencia de más de 742 puntos de control israelíes por toda Palestina limita totalmente el movimiento y transporte de mercancías. Sobre todo,  Israel ha impuesto trabas que debilitan los mercados locales, y transformar de este modo a los palestinos de productores en consumidores de los mercados israelíes que están más organizados y son más modernos. Durante una huelga de hambre de más de 41 días[1] de huelga de hambre a favor de la dignidad y la libertad, los prisioneros palestinos instaron a la comunidad internacional a ponerse de su lado para la obtención de plenos derechos y soberanía.

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El movimiento de las mujeres y la Soberanía Alimentaria

Sophie Dowllar, World March of Women

La Marcha Mundial de las Mujeres participó en el Foro Internacional Nyéléni de Soberanía Alimentaria en Mali en 2007 como movimiento feminista, contribuyendo a la expresión de las mujeres como sujetos políticos. Uno de los temas más importantes de la soberanía alimentaria es el acceso de las mujeres a la tierra, al agua, a las semillas y al territorio. La tierra debería estar en manos de los que la trabajan. Al final, los que permanecen en el país para labrar la tierra y producir alimentos son las mujeres campesinas. Las mujeres rurales afrontan en permanencia el rescate y mantenimiento de la biodiversidad, y la salvaguarda de la tierra, que se refleja en su uso de prácticas sostenibles, agroecológicas. El agua debe ser respetada en el marco de la soberanía alimentaria. La privatización y mercantilización del agua como si fuera un bien común es un crimen contra la naturaleza y la humanidad. La protección y la salvaguarda de las semillas es un papel fundamental de las mujeres campesinas, y un modo de contribuir a la soberanía alimentaria.

Con el fin de producir y distribuir alimentos nutritivos para todos, los movimientos de mujeres ya están participando en distintas formas de agricultura apoyada por la comunidad, que ponen en contacto a mujeres rurales y urbanas, y en iniciativas conjuntas que construyen y refuerzan alianzas entre mujeres de distintos sectores, incluyendo a pescadoras, migrantes, campesinas, ecologistas, etc. A pesar de las contradicciones derivadas de la existencia de una sociedad  capitalista y patriarcal, estas iniciativas crean oportunidades para aprender, organizar, desarrollar nuevas formas de  convivencia, forjar alianzas profundas para la producción sostenible de alimentos y resolver problemas conjuntamente. Entre los elementos de esa visión compartida están la salvaguarda de als semillas, la soberanía alimentaria y la relación entre pueblos y territorios.

Una de las mayores esperanzas para el florecimiento de la soberanía alimentaria es la afirmación del conocimiento y contribución de las mujeres en materia de producción,  preparación y distribución de alimentos. Sus conocimientos autóctonos y su contribución a la producción, preparación y distribución de alimentos deben ser reconocidos. La soberanía alimentaria significa el futuro.

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Por qué elegimos la soberanía alimentaria

Zainal Arifin Fuad, Serikat Petani Indonesia (SPI)

El gobierno de Indonesia adoptó por primera vez  la Soberanía Alimentaria como un paradigma alternativo de la Seguridad Alimentaria en 2009, tras una larga lucha de la Unión de Campesinos (Indonesian Peasant Union ,SPI) para contrarrestar la  introducción del Marco Integrado para la Seguridad Alimentaria de la FAO en 1996 para la lucha contra el hambre.

La Soberanía Alimentaria no solo tiene que ver con la falta de alimentos, sino también con la reforma agraria, la biodiversidad, el medio ambiente, la energía, los derechos de los trabajadores, los consumidores, las instituciones económicas, las instituciones financieras, los mercados, el transporte y la política, que son componentes de una geopolítica basada en la alimentación. La aplicación del Marco para la Seguridad Alimentaria reproduce la pobreza, el hambre y los conflictos agrarios porque otorga a las grandes empresas el papel de proporcionar y controlar los alimentos a través de la revolución verde, el acaparamiento de tierras y la libertad de mercado.

Por ello, la SPI toma conciencia de que la soberanía Alimentaria debería recibir el apoyo de todos los componentes de la sociedad civil (académico, estudiantes, ONG, mujeres, trabajadores y otros movimientos  sociales) y del gobierno. El eslogan de La Vía Campesina: “La lucha de los campesinos es la victoria de los pueblos” transmite el mensaje de que la lucha por la soberanía Alimentaria es una lucha de todos.

Actualmente existen muchas leyes en Indonesia en las que figura implícita y explícitamente la Soberanía Alimentaria, como la Ley para la Protección del Suelo para una Agricultura Sostenible basada en la Alimentación (Law of Land Protection for Sustainable Food Based Agriculture, 2009), la Ley sobre los Alimentos (Law of Food, 2012), La ley para la protección y empoderamiento de los agricultores (Lawof Farmer Protection and Empowerment, 2013) y el Programa de Desarrollo de Jokowi (2014-2019). No obstante, queda un arduo camino por andar, y hay paradojas a escala de la aplicación. Hay muchas limitaciones e intervenciones de múltiples actores, tanto a escala nacional como internacional, que siguen queriendo poner en práctica el Marco de Seguridad Alimentaria. La FAO ya abrió una ventana a la Agroecología en 2014 y en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra hay procesos en marcha sobre la Declaración de Derechos de los Campesinos. Así pues, la SPI y La Via Campesina continúan con su lucha en el ámbito comunitario, luchando también por un espacio político público a escala nacional, regional e internacional.

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Las consumidoras y la soberanía alimentaria

Isa Álvarez, Advocacy officer URGENCI  

Desde el punto de vista como personas consumidoras la soberanía alimentaria es un derecho clave para la consecución de una vida digna y plena. Es difícil considerar que se vive dignamente si se ve limitada la autonomía de decisión sobre cómo alimentarnos.

Hoy en día la ciudadanía, para el sistema capitalista es valorada principalmente en dos aspectos: como mano de obra para alimentar el sistema de producción o como nicho de Mercado consumista que lo siga haciendo rentable. A su vez se ha construido con mecanismos de publicidad masiva un imaginario en el que el consumismo es la única puerta de entrada a los derechos, haciendo invisibles los derechos humanos que toda ciudadana tiene por el mero hecho de nacer.

Se hace cada vez más urgente que los pueblos sean quienes puedan decidir sobre sus propias políticas, en todos los ámbitos, pero especialmente el alimentario. Hoy en día el Mercado globalizado, de la mano de las transnacionales, nos invade de productos ultraprocesados que nos enferman, pero que son asociados al progreso y a ser ciudadana del siglo XXI. Todo ello consigue la desaparición e invisibilización de otras formas de alimentarnos más acordes a nuestras necesidades reales así como la desaparición progresiva del campesinado.

En la actualidad, ya son evidentes los efectos perjudiciales que estos productos comestibles, (no alimentos) tienen para nuestra salud. Curiosamente, ante estas evidencias, algunas falsas soluciones pasan por poner el foco en la responsabilidad ciudadana, especialmente las mujeres perpetuando su rol desigual como cuidadoras, como si el acto de decidir qué comer fuese hoy un día un acto libre que se da en un entorno neutro. Por todo ello, no se pueden obviar el peso que las políticas públicas tienen en la capacidad ( o no) de elegir nuestra alimentación así como la necesidad de que esas políticas sean fruto de procesos participados por toda la ciudadanía , no de presiones venidas de intereses de grandes multinacionales que poco o nada tienen que ver con las necesidades humanas.

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El camino hacia la soberanía alimentaria de los pueblos

Diego Montón, Secretaría operativa – CLOC-Vía Campesina

A nuestro entender, es imposible alcanzar la soberanía alimentaria de nuestros pueblos en el marco del sistema capitalista y patriarcal. Por lo tanto, es necesario desarrollar un proyecto popular, basado en la solidaridad, la justicia social, de género, ambiental y en la soberanía alimentaria.

Avanzar hacia la soberanía alimentaria, en el continente con mayor concentración de tierra, requiere defender la función social de la tierra y defender las semillas campesinas contra toda iniciativa de privatizarlas. Por ello la lucha por la reforma agraria integral y la construcción de sistemas locales de producción de semillas son compromisos centrales de la CLOC.

A su vez, precisamos transformar el modelo de producción impuesto por las empresas trasnacionales (ETN) y las clases dominantes nacionales. La producción agrocológica es fundamental para la autonomía campesina, la realización del derecho a la alimentación y la sustentabilidad ambiental. En esto, la educación y formación juegan un papel fundamental y por ello la CLOC ha creado IALAs y escuelas de agroecología en varios países.

Para fortalecer el trabajo campesino y generar oportunidades para la juventud rural, es imprescindible que el estado desempeñe un papel activo a través de políticas públicas que:

  • aseguren el acceso igualitario de las mujeres a recursos y políticas;
  • aseguren la vida digna en el campo, garantizando, entre otros, ingreso mínimo, cobertura de salud  y acceso a la educación;
  • fomenten la agroindustria local de pequeña y mediana escala para que agregue valor a los productos primarios que podrán comercializarse en mercados locales y urbanos;
  • garanticen infraestructura para mercados locales;
  • subsidien logística de traslado de los productos desde las fincas a dichos mercados y ferias;
  • diferencien los controles para que los productos campesinos puedan acceder a los mercados locales; fomenten un ordenamiento territorial que evite la concentración de población en ciudades;
  • fortalezcan las organizaciones campesina;
  • y fomenten las formas de integración entre las organizaciones populares del campo y de la ciudad que permitan debatir y consolidar la Soberanía alimentaria como un derecho de todos.

Para avanzar en este camino, necesitamos: estados democráticos y fuertes, así como instancias de Naciones Unidas, que controlen y penalicen a las ETN, y sus estados de origen, cuando estas violan derechos humanos o intentan monopolizar el mercado de alimentos.

En todo esto estamos caminando junto al campo popular del continente.

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Haciendo avanzar la soberanía alimentaria en Nepal

Balram Banskota, All Nepal Peasants Federation

La Federación All Nepal Peasants’ Federation (ANPF), la mayor organización de campesinos de Nepal, ha hecho de la Soberanía Alimentaria su bandera. El movimiento de campesinos nepalí ha unido fuerzas con sus homólogos a escala nacional e internacional para introducir el debate sobre la soberanía alimentaria en el corazón del nuevo modelo de desarrollo agrario y rural, en oposición al paradigma neoliberal de desarrollo y avanzando hacia el socialismo. El mensaje del movimiento campesino y el concepto de soberanía alimentaria logró penetrar a escala local con motivo del Movimiento de los Pueblos II[2] . Para la gente, la soberanía alimentaria se situaba al mismo nivel que el anhelo de convertir en prioridad política una república federal democrática. Por eso fue posible  incorporar la soberanía alimentaria como derecho fundamental de las personas. La nueva Constitución de Nepal (2015) ha garantizado a las personas el derecho a la soberanía alimentaria tal como establece la norma (artículo 36 en el capítulo derechos relacionados con la alimentación, sub-articulo 3). Aunque estos logros históricos merecen ser mencionados, las leyes para la aplicación de estos derechos aún no se han redactado.

La inestabilidad política persiste en Nepal como reflejo de la hegemonía regional y el capitalismo global. Así, el gobierno actual, con el respaldo de fuerzas neo-liberales y el apoyo técnico de la FAO, está redactando la ley de seguridad alimentaria y derecho a la alimentación en contra del mandato de la Constitución.  Entendemos que se trata de una conspiración de los que se oponen al pueblo y a la soberanía alimentaria y a otros derechos progresivos de los pueblos que persiguen garantizar la progresión de Nepal hacia el socialismo. Estamos bien preparados para la sensibilización política masiva y las manifestaciones necesarias en apoyo de la soberanía alimentaria. La ANPFa también está liderando el proceso de redacción de la ley sobre soberanía alimentaria necesaria para poner en práctica los derechos constitucionales de la gente. Esperamos que a pesar de esos problemas pronto podamos poner en marcha la soberanía alimentaria en Nepal.

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La soberanía alimentaria expresa la intensidad de nuestra lucha

Nettie Wiebe, National Farmers’ Union, Canadá

El término “soberanía alimentaria” se ha convertido en algo utilizado tanto y tan ampliamente (a veces mal utilizado) que resulta difícil recordar una época en al que formaba parte de nuestro léxico.

No estamos del todo seguros de quién acuñó el término “soberanía alimentaria” al principio pero no hay duda de cómo y donde se convirtió en un concepto emblemático de La Via Campesina (LVC) y más allá. Es un tema que define nuestras luchas, nuestro análisis y nuestro movimiento.

La reunion fundacional de LVC en Mons, Bélgica en 1993, se celebró en un contexto en el cual la agenda neo-liberal estaba ganando rápidamente legitimidad y poder a través de acuerdos comerciales regionales y mundiales, especialmente el GATT/OMC. Para abril de 1996, cuando tuvo lugar la primera conferencia de alcaldes en Tlaxcala, México, los miles de representantes de campesinos, pueblos indígenas y organizaciones rurales participantes se oponían de modo unánime a estas políticas y poderes que amenazaban a los campesinos, agricultores artesanales y alas comunidades rurales e indígenas por todas partes.

No fue difícil dar nombre al enemigo a batir – la destrucción de comunidades, entornos, culturas, medios de vida, y mercados locales por parte de las multinacionales de la industria agroalimentaria y de los gobiernos en connivencia con esta destrucción.

Pero resultaba difícil nombrar las alternativas sucintamente. Requirió debates largos, profundos, algunas veces polémicos que se alargaron hasta la madrugada, mientras buscábamos un término que capturara aquello por lo que luchábamos. El término convencional de “seguridad alimentaria” no era adecuado. Se trataba de más que de producir más alimentos y distribuirlos más eficazmente. Lidiábamos con cuestiones fundamentales en torno al poder y la democracia: ¿quien controla los recursos que producen alimentos, como el suelo, el agua, las semillas y la genética y con qué fines? ¿Quién acaba decidiendo l que se cultiva, y donde se cultiva, y para quién? Necesitábamos una forma de expresar las dimensiones políticas de nuestra lucha.

Soberanía Alimentaria es ese término. Provoca el discurso necesario sobre poder, libertad, democracia, igualdad, justicia, sostenibilidad y cultura. Los alimentos dejan de ser una materia prima que se vende, e impregnan a los contextos social, ecológico,  cultural y local como fuente de nutrición, de medios de vida, de sentido y de relaciones.

Unos meses después, en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de Roma, LVC presentó públicamente algunos de los principios básicos de la soberanía alimentaria. Y en las décadas siguientes, se ha convertido en un concepto poderoso, transformador, utilizado ampliamente que enmarca una multitud de luchas diversas para la protección de la vida, para cultivar la esperanza y alcanzar la justicia.

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La soberanía alimentaria en la pesca a pequeña escala

Foro mundial de Pueblos Pescadores

“Nosotros, el pueblo Molo, co-existimos con la naturaleza. Nuestro sustento y nuestras tradiciones están conectadas con la naturaleza y el lago Turkana donde pescamos. En El Molo tenemos un dicho: conservar, proteger y sostener el lago para que sirva a tu familia y tu comunidad. Es la fuente de tu vida; es una relación de ida y vuelta. No hay aspecto comercial, se trata de sobrevivir.”

Christiana Louwa, Foro de Molo, Kenia del Norte.

La importancia de la Soberanía Alimentaria ha sido reconocida hace mucho por los líderes del Foro Mundial de los Pescadores (WFFP): La Soberanía Alimentaria es una agenda política de los productores a pequeña escala en defensa de nuestros ríos, lagos, océanos y tierra. Está en el centro de nuestra lucha contra el sistema alimentario neoliberal dominado por las corporaciones multinacionales quienes, en el contexto de la pesca, buscan consolidar y privatizar los derechos de la pesca en manos de pocos.

La Soberanía Alimentaria nos da un nuevo lenguaje para describir lo que ya forma el alma y corazón de la defensa de nuestros territorios, nuestra herencia y nuestras capacidades de producir alimento saludable, bueno y abundante. Nos provee de un marco para compartir conocimiento y sabiduría indígena, tradicional y nueva y para cultivar el estudio y debatir sobre la Soberanía Alimentaria entre los jóvenes, las mujeres y hombres en todas los distritos de WFFP.

Nuestra visión se construye sobre los “seis pilares” para la Soberanía Alimentaria 1:

1. Enfoca sobre Alimento para la Gente:

Pesca a pequeña escala, ya sea marina o de interior, está en el centro de pesquerías y políticas relacionadas y asegura que la producción de alimentos no está dañando generaciones futuras.

2. Valora los Proveedores de Alimentos

Los derechos humanos de los pueblos de pesca a pequeña escala involucrados en la completa cadena de valor de pesca a pequeña escala, incluyendo los jóvenes, las mujeres, hombres y pescadores indígenas, deben ser respetados y protegidos.

3. Localiza Sistemas Alimentarios

Las comunidades pesqueras deciden de forma independiente sobre su propio sistema de alimentos. Están en el centro de la toma de decisiones en términos de procesamiento de productos de pesca (salar, secar, ahumar, congelar, enlatar, etc.).

4. Pone el Control Localmente:

Las comunidades pescadoras deben tener control sobre los territorios de tierra y agua en pesquerías marinas y de interior. Acceso a lugares de pesca – incluyendo lagos, ríos, salinas, manglares, arrecifes de coral y aguas costeras – es un derecho fundamental de las comunidades pesqueras.

5. Construye Conocimiento y Habilidades:

Los pescadores a pequeña escala han construido su conocimiento tradicional, por costumbre y/o sabiduría Indígena a través de muchas generaciones (transmitido de padres a hijos).

6. Trabaja con la Naturaleza

Las comunidades de pescadores a pequeña escala tienen una larga historia de trabajar con y respetar la naturaleza. La interconectividad entre los pueblos pescadores y la naturaleza está profundamente arraigada en tradiciones y prácticas de costumbres, especialmente para los Pueblos Indígenas, y se expresan a través de nuestro compromiso con la agroecología.

Es sobre la base de la Soberanía Alimentaria que podremos llevar nuestra lucha hacia la próxima década. Con énfasis en la juventud, las mujeres y Pueblos Indígenas, fortaleceremos la solidaridad entre los movimientos de pescadores y otros movimientos sociales de todo el mundo.

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Soberanía Alimentaria y AFSA

La Alianza para la Soberanía Alimentaria en África (AFSA) entiende la soberanía alimentaria como la lucha máxima para proteger aÁfrica del embate del sistema alimentario industrial.

Nunca antes hubo un intento más coordinado y mejor financiado para transformar la agricultura de África basada en campesinos, hacia un emprendimiento comercial. Las políticas de agricultura y alimentos están orientadas hacia intereses corporativos. A través de acuerdos y negocios oscuros, nuestros gobiernos están entregando a las corporaciones la responsabilidad de alimentar a África.

El tipo de producción de alimentos concebido por las corporaciones está fuertemente inclinado hacia la industrialización de la agricultura, dependiendo de semillas híbridas, OGM, y aumento del uso de fertilizante y pesticidas – al igual que a la producción mecanizada a gran escala. Más que ser apoyados, los productores están siendo eliminados de su sistema de producción de alimentos. En lugar de incorporar los conocimientos disponibles y experiencia de productores de alimentos, ellos están dando la impresión que la mayoría de los productores de alimentos ya no son necesarios.

Este proceso también está permitiendo que la herencia genética de África sea privatizada por un puñado de corporaciones multinacionales, mientras que socavan la contribución y el rol de la diversidad local de semillas y redes de intercambio.

La Agricultura se está usando para rasgar nuestra trama cultural y social, destruir nuestro ambiente y subordinarnos a las fuerzas del capitalismo global. El lado luminoso de esto es que estamos haciendo de la soberanía alimentaria y agroecología nuestra historia, nuestra solución, y nuestro futuro.

AFSA ha provisto una plataforma en todo el continente sobre la soberanía alimentaria en muchos lugares, contribuido a la discusión de políticas sobre soberanía y agroecología, ampliado las agendas de soberanía alimentaria para incluir el impacto del Sistema de Alimentos sobre la nutrición y salud y enfrentado exitosamente la Comisión Regional Económica en leyes relacionadas a la semilla y la bioseguridad.

AFSA ha duplicado sus miembros hasta llegar a 30 redes. Ahora cubre 50 de los 56 Países Africanos. Hoy AFSA es reconocida como una de las más grandes, de más fuerte voz de las organizaciones de base en África. Es una alianza de base amplia de los productores regionales, pescadores, consumidores, jóvenes, mujeres, y organizaciones no-gubernamentales basados en la fé, así como con varios otros aliados. La meta es traer una mayor cohesión continental a un movimiento de soberanía alimentaria ya en desarrollo.

[1] En mayo de 2017

[2]  2006 Democracy Movement es el nombre que adoptaron los movimientos que se opusieron al dominio directo y antidemocrático del rey Gyanendra de Nepal. Este movimiento fue denominado también Jana Andolan II  (Movimento de los Pueblos II)

Destacados

Destacados 1

Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales

Introducción
Los campesinos y las personas viviendo en áreas rurales, como los pescadores a pequeña escala, pastores y trabajadores rurales, todavía representan casi la mitad de la población mundial. La gran mayoría de ellos tiene que hacer frente a violaciones masivas y sistemáticas de sus derechos: sufren desproporcionadamente hambre y malnutrición, cada vez se les desposee más de sus tierras, de las extensiones de agua, de las industrias pesqueras, de los bosques, de las semillas, y se les aliena de sus recursos de supervivencia. No pueden mantener y desarrollar sus economías locales y ganar un sueldo que les permita vivir con dignidad. A menudo se les detiene, acosa y criminaliza arbitrariamente, e incluso se les mata por defender sus derechos. Además, las mujeres rurales, quellevan a cabo una cantidad desproporcionada de trabajo no retribuido, a menudo se ven discriminadas a la hora de acceder a los recursos naturales y productivos, a los servicios financieros, a la información, al empleo y a la protección social, y todavía se enfrentan a la violencia que se encarna de numerosas maneras.

El movimiento campesino internacional La Via Campesina (LVC) aboga por el reconocimiento de los derechos de los campesinos dentro del sistema internacional de derechos humanos desde 2001. Tras ocho años de debate interno, LVC presentó en 2009 su propia declaración sobre los derechos de los campesinos – mujeres y hombres– en la que expresaba sucintamente sus aspiraciones y reivindicaciones. Poco después, en 2010, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas pidió a su Comité Asesor que elaborase un estudio sobre las maneras y medios para promover los derechos de los campesinos y otras personas trabajando en zonas rurales [Informe definitivo del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos (sobre la promoción de los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales), UN doc. A/HRC/19/75, 24 de febrero de 2012.]. El estudio recomienda “(a) implementar mejor las normas internacionales existentes, (b) abordar los vacíos en la normativa en derecho internacional humanitario, y (c) elaborar un instrumento legal sobre los derechos de las personas que trabajan en zonas rurales” (Párrafo 63). En septiembre de 2012, el Consejo de Derechos Humanos aprobó una resolución que establecía un grupo de trabajo intergubernamental con el mandato de elaborar el borrador de una Declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y de otras personas trabajando en zonas rurales.


La importancia de la declaración

El anterior Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, declaró que hay “cuatro razones principales para adoptar un nuevo instrumento internacional para los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en áreas rurales: se necesita en derecho internacional; mejorará la lucha contra el hambre; es una manera de proteger las explotaciones agrícolas familiares de pequeña escala frente a las grandes explotaciones agro-industriales; y aumentará el acceso a los medios de producción en zonas rurales”.También subrayó que “la adopción de una declaración sobre los derechos de los campesinos y otras personas trabajando en zonas rurales aumentará la visibilidad de los derechos que ya reconoce actualmente el derecho internacional, y ayudará a reconocer nuevos derechos, como los derechos a la tierra, a las semillas y a la compensación por las pérdidas debidas a los subsidios alimentarios que se da a los agricultores en otros países”.

Movilización en favor de los derechos de los campesinos, pescadores artesanales, pastores y otros habitantes de las zonas rurales.
En países como Indonesia o Colombia, los campesinos han sufrido históricamente una profunda y arraigada discriminación y omnipresente violencia. El llamamiento para que se reconozcan los derechos de los campesinos ha podido captar la atención de la gente sobre el terreno en estos países y ha sido vital para ayudarles a hacer valer sus derechos. También ha fortalecido su capacidad de organización y movilización al igual que sus iniciativas a favor de políticas y leyes que protegen y promueven sus derechos. En años recientes se han adoptado en Indonesia varias leyes y políticas que tratan específicamente la situación de los campesinos.. Las movilizaciones y demandas de los campesinos y habitantes rurales han estado en primer plano en Colombia después de décadas de desastroso abandono.

El camino a seguir
El grupo de trabajo intergubernamental que está elaborando el proyecto de declaración mantuvo su cuarta Sesión en mayo de 2017 [Ver la declaración conjunta de La Vía Campesina con el World Forum of Fisher People, el Internacional Indian Treaty Council, la Internacional Union of Food Workers y otras organizaciones de la sociedad civil sobre los resultados de la sesión]. Aparte de la importancia de contar con una declaración de Naciones Unidas que afirma los derechos de los campesinos y otros habitantes rurales, el proceso de redacción posee el potencial intrínseco de convertirse en un vehículo para:
• Profundizar el diálogo y la alianza entre distintos sectores y grupos de personas rurales; y
• Sensibilizar y contribuir a capacitar y a generar movimiento.
El reconocimiento de los derechos de la población rural va más allá del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Puede demandarse a otros organismos de Naciones Unidas y de modo más importante a las autoridades locales, nacionales y regionales. Es tarea de todos los individuos, grupos y organizaciones unirse a esta lucha a sus propias creativas maneras.

Destacados 2

El derecho a resistir

Treinta y cinco agricultores filipinos, entre ellos 10 mujeres, -se arriesgan a una pena de prisión como consecuencia de 19 denuncias por robo interpuestas contra ellos en 2016 por propietarios de una gran finca cocotera. La finca cocotera es un foco de tensión agraria para la distribución de la tierra dentro del programa Filipino de reforma agraria. Ahora los agricultores tienen que recaudar más de 22.000 dólares USA de fianza para conseguir la libertad condicional. La pobreza y un reciente tifón que destruyó sus cultivos, les impiden conseguir esa suma, lo que ha llevado a muchos de ellos a esconderse, con el consiguiente abandono escolar de sus niños el curso próximo. La criminalización es uno de los medios utilizados por los propietarios de tierras y los intereses empresariales para acosar a los campesinos sin tierra y las comunidades rurales, y utilizando el sistema jurídico para oponerse a las reformas agrarias que amenazan sus monopolios de control y propiedad de las tierras. Casos similares pueden observarse en otros países del sur, donde las instituciones y estructuras de la Justicia se están convirtiendo en instrumentos de represión, y los procedimientos judiciales están manipulados por los que poseen en poder económico y político.

La violencia que acompaña a las luchas de los pueblos en favor de la soberanía alimentaria se ha convertido en algo tremendamente frecuente en todo el mundo. Esta adopta la forma de amenazas, , intimidación, fuerza física y abuso de poder por parte de las agencies del Estado, las élites y los actores no estatales. Desde Camboya a Brasil, las comunidades rurales que defienden sus tierras, agua, bosques, recursos, modos de vida y sus derechos están cada vez más en peligro de sufrir violencia por parte de extractivistas y políticas/proyectos destructivos, a menudo en el nombre del “desarrollo”. Las mujeres, los jóvenes y los niños son especialmente vulnerables. La incapacidad sistemática de llevar a los autores de violaciones de los derechos humanos ante la justicia profundiza la cultura de impunidad y constituye una negación de los derechos de las víctimas a la justicia y la reparación.

Aunque la violencia, el abuso de poder y la impunidad no sean nada nuevo en la mayor parte del mundo rural, la violación de los derechos de los pueblos y la criminalización de quienes los defienden han crecido a niveles alarmantes en las últimas décadas [Ver el Boletín Nyeleni núm. 14 Derechos y Represión y el volumen III núm. 4 de la Newsletter de agosto de 2016]. Esto puede atribuirse al potente nexo entre los intereses políticos y empresariales, leyes represivas y un modelo de desarrollo que criminaliza a los que se oponen al acaparamiento de tierras, la deforestación, la minería, los embalses, y las injusticias socioeconómicas. Las comunidades locales y los movimientos de los pueblos que están poniendo en práctica y construyendo la soberanía alimentaria son blancos de primer orden, puesto que la soberanía alimentaria desafía directamente las narrativas de crecimiento económico y desarrollo que se basan en inversiones a gran escala, agricultura y sistemas alimentarios industriales, privatización y extractivismo. Un modo práctico y eficaz de menoscabar la soberanía alimentaria es neutralizar a los que la defienden. La violencia legal y física se han convertido en las armas favoritas para silenciar la disidencia y la oposición por parte de empresas, élites y de muchos gobiernos, impidiendo con ello que las personas puedan imaginar otros mundos diferentes del paradigma económico dominante.

No obstante, las comunidades y los movimientos populares en todo el mundo se están organizando para acabar con la criminalización de los pequeños productores de alimentos y con al impunidad de los principales responsables en el sector público y empresarial, incluso en países donde los espacios para una genuina democracia están retrocediendo o son inexistentes, como por ejemplo India, Pakistán, Filipinas, Camboya, Tailandia, Ecuador, Brasil, etc. Estas luchas persiguen defender la dignidad humana y la naturaleza, proteger los derechos y libertades fundamentales, y conseguir que las instituciones, estructuras, y los que ostentan el poder, rindan cuentas. El compromiso inquebrantable de los movimientos populares de defender la soberanía alimentaria pone de manifiesto la importancia de fortalecer y defender alternativas al neoliberalismo y al poder de las grandes empresas, así como de articular el bienestar y el progreso desde las perspectivas de aquellos que han sido víctimas de las diversas formas de injusticia, especialmente las mujeres.

Boletín núm. 30 – Un poema sobre la Esperanza

Un poema sobre la Esperanza

Es difícil tener esperanza. Es más difícil al envejecer,
pues la esperanza no debe depender de sentirse bien
y está el sueño de la soledad en la medianoche absoluta.
También has quitado la creencia en la realidad presente
del futuro, que seguramente nos sorprenderá,
y la esperanza es más difícil cuando no puede llegar por predicción,
ni ya más por desearla. Pero deja de vacilar.
Los jóvenes piden a los viejos tener esperanza. ¿Qué les diréis?
Diles por lo menos lo que te dices a ti mismo.

Porque no hemos hecho nuestras vidas para acomodarse
a nuestros lugares, los bosques están arruinados, los campos erosionados,
los ríos contaminados, las montañas derribadas.
Espera entonces de pertenecer a tu lugar por tu conocimiento
de lo que es, que ningún otro lugar es, y porque
te importa, como ningún otro lugar te importa. Este
conocimiento no te lo pueden quitar, ni por el poder, ni por riqueza.
Tapará tus oídos a los poderosos cuando te pidan
tu confianza y a los ricos cuando te pidan tu tierra
y tu trabajo. Quédate callado y escucha las voces
de la ribera y los árboles y los campos abiertos.

Encuentra tu esperanza, entonces, en la tierra bajo tus pies.
Tu esperanza del Cielo, déjala descansar sobre la tierra bajo tus pies.
El mundo no es mejor que sus lugares. Sus lugares al final
no son mejores que sus gentes mientras que sus gentes
continúen en ellos. Cuando la gente oscurece
su luz interior, el mundo oscurece.

Wendell Berry (Traducción no oficial del inglés)

Boletín núm. 30 – Editorial

Avanzando en el paradigma de la Soberanía Alimentaria

Ilustración : Angelo Monne | www.angelomonne.com

Este año se celebra el décimo aniversario del histórico Foro por la Soberanía Alimentaria que tuvo lugar en Mali en 2007. El Foro congregó a más de 500 campesinos, pescadores, pastores, indígenas, trabajadores, migrantes, mujeres, jóvenes, consumidores, investigadores y prensa/medios de comunicación de 80 países para construir un movimiento global para la soberanía alimentaria. El Foro se llamó Nyéléni como tributo e inspirándose en una mítica campesina maliense.

Desde entonces, Nyéléni se ha convertido en un espacio de práctica, para reunir, generar sinergias y aunar fuerzas para reforzar las distintas condiciones para la soberanía alimentaria. Éstas incluyen la de defender y proteger la tierra, el agua, los territorios, las semillas y la biodiversidad: redistribuir la reforma agraria; asegurar el acceso a la tierra, a los territorios y los recursos; la agroecología y la agricultura campesina sostenible; la producción y el marketing cooperativos; evitar la dominación corporativa, la captura y el control de las semillas, las tierras, el agua, la tecnología, el conocimiento, los mercados y las políticas; resistirse a la privatización; desmantelar los regímenes neoliberales de comercio-inversión; frenar la criminalización de las comunidades en primera línea y de los defensores de los derechos; y apoyando los derechos de los suministradores de alimentos a pequeña escala y a sus trabajadores.

Conforme el paradigma de la soberanía alimentaria se ha expandido, también lo han hecho las amenazas que se ciernen sobre ella. La convergencia de las crisis climática, financiera, económica y energética en la última década ha desencadenado una explosión en los proyectos de infraestructuras a gran escala, de minería, de extracción de petróleo y gas, de talas, de plantaciones industriales de árboles, de resorts de lujo y de promoción inmobiliaria, de Zonas Económicas Especiales, y falsas “soluciones” climática como REDD, comercio de carbono azul y del secuestro de carbono. Las poblaciones rurales están perdiendo sus tierras y sus territorios, haciendo frente a una escalada en la criminalización, la violencia y la militarización mientras tratan de organizarse para proteger los fundamentos mismos de sus propias vidas.

La nueva generación de los tratados de libre comercio (TLC) amenaza la soberanía alimentaria a través de recortes extremos de los aranceles, cambios en las normativas estatales que eliminan los apoyos para los productores a pequeña escala, y proporcionan mecanismos para proteger los “derechos” de los inversores que dan acceso ilimitado a las corporaciones a los sectores críticos, como la alimentación, la agricultura, la distribución, las medicinas y la salud pública. Igualmente peligrosas son las políticas que permiten que las corporaciones controlen la producción, el uso, el precio y el marketing de las semillas, promover la ingeniería genética, y patentar semillas y variedades de plantas (muchas de las cuales se derivan de materiales bio-pirateados). Las megafusiones de seis corporaciones –Bayer + Monsanto, Dow + Dupont y ChemChina + Syngenta—incrementarán el control corporativo sobre las semillas, las tecnologías agrícolas y el equipamiento, minando la productividad potencial de los productores de alimentos a pequeña escala en todo el mundo.

Estas amenazas se encaran desde múltiples frentes y niveles por el movimiento global en auge sobre soberanía alimentaria. Las crisis recurrentes que el mundo afronta son inherentes al capitalismo que es un adepto a reinventarse a sí mismo para mantener el poder estructural. Enredar con los hilos del modelo capitalista no será positivo. Lo que se necesita es un profundo cambio sistémico, un cambio completo de paradigma de la competitividad a la solidaridad, del extractismo al respeto, de la explotación a la dignidad. Este es el paradigma de soberanía alimentaria, que es el movimiento global que avanza a través de del diverso conocimiento, de las capacidades, de los recursos y de las bases sociales.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South